
Nos han enseñado, que somos incitadoras, calculadoras, manipuladoras y hasta nos minimizamos por opacar la grandeza de alguna de nosotras. Ponernos el sello, es algo que hemos sabido hacer muy bien. Nos han enseñado a recriminarnos, hacer “justicia” y llegar a un veredicto sin muchas veces conocer razones.
Ejemplo de ello son las redes sociales, que nos hablan a diario de una nueva forma de maltrato hacia la mujer con comentarios hirientes, llenos de violencia y de palabras ofensivas. Muchas veces nosotras mismas aportamos a ésto, apoyando y aportando con comentarios aún más fuertes.
También, nos han enseñado a callar, a no gritar y hacer toda una “dama” frente a un mundo lleno de falsedad y abusos. Claro, porque somos más felices si cedemos, sin pelear, sin cuestionar y en muchas ocasiones sin poder razonar.
Mirar y enfocarnos hacia un nuevo pensamiento es nuestro deber. Aprender a culparnos menos puede ser un gran trabajo, pero es justo y necesario para ser de nuestro futuro uno más claro y de grandes logros en la violencia contra la mujer.